Nuestro Próspero Origen
¿Por qué es tan difícil creernos que procedemos de algo divino? ¿Por qué nos cuesta tanto a veces identificarnos con nuestra divina esencia?
Quizás sean siglos de vernos como pequeños mortales, que nos tenemos que ganar la gracia y la misericordia de Dios.
¿Y si en realidad somos extensiones de una Fuente Divina que se manifiesta en cuerpos físicos por el simple placer de crear y recrearse?
Como cambiarían las cosas.
Independientemente de nuestro origen o formación, son muy pocos lo que se sienten realmente dignos y merecedores de abundancia, amor, felicidad, y toda la lista de atributos positivos que le hemos dado a “Dios”
Ya sea porque nos han educado como “pobres pecadores” o “que el sacrificio nos acerca a Dios”, o “que el mundo es un lugar donde se viene a sufrir y el sufrimiento purifica”, etc.
Somos incapaces de darnos un respiro de alegría.
Pero si lo pensamos detenidamente mucho de lo que nos han inculcado no tiene mucho sentido.
Hagamos esta reflexión:
Si esa Fuente Divina, inteligencia máxima, que no juzga y es puro amor, decide manifestarse en físico y crea un Universo a su semejanza, con el fin de expandir su felicidad y plenitud (hasta ahí estamos de acuerdo, ¿no?)
Qué sentido tendría que crease un mundo lleno de extensiones de sí mismo (nosotros) para pagar penas, purificarse a través de sufrimiento y sacrificio, pagar karma, trabajar duro para ganarse una mejor vida y hacerse merecedor de la gracia divina.
¡NINGUNO!
No sé tú, pero yo no lo veo sentido alguno.
¿Para qué, para entrar en una cadena de evolución y a través de vidas alcanzar grados más elevados como si se tratase de una academia y al final regresar a un estado puro del cual ya habíamos partido originalmente?
La verdad, lo veo un poco descabellado.
Soy seguidora de Abraham-Hicks, un grupo de consciencia canalizado por Esther Hicks, y para ser sincera son los primeros que me dan una respuesta satisfactoria a este dilema. Abraham explica:
Mucho más sencillo y con mucho más sentido, ¿no?
Si Dios nos creó a su semejanza, con su mismo poder creativo, ¿No es lógico que tengamos poder para vivir una vida que nos llene de alegría y que seamos libres para crear?
Provengo de una educación muy espiritual, pero también se me han inculcado conceptos como el sacrificio y el trabajo espiritual duro.
No me sentía merecedora de toda esa gracia, así sin más, sin ganármela de algún modo y por lo tanto pensaba igual sobre la Prosperidad: otra cosa en la que había que sacrificarse y merecer a través del esfuerzo.
Me costaba mucho pensar que Dios quisiese darme abundancia y prosperidad gratuitamente.
Lo he trabajado mucho y debo decir que es una creencia casi conquistada, digo casi, porque se muestra cada vez menos en mis pensamientos y emociones pero sale cada tanto.
Con Abraham por fin he entendido como me ve esa Fuente Divina.
Porque primero es su propia felicidad de la que hablamos (la felicidad de experimentar lo que tú deseas lo vive en primera persona).
Segundo, todo lo que ha sido , es, y será creado es para tú felicidad (y la suya propia) por lo que literalmente todo lo que es del Universo es tuyo.
Y tercero no te juzga, no te critica, sino que te ve como una continuación de sí mismo, por lo que no necesita ponerte a prueba para que le demuestres nada.
El ya sabe lo que tú relamente eres (solo se pone a prueba lo que uno desconoce o de lo que no se está seguro)
Estos son los argumentos que utilizo en mi día a día.
Así he ido cambiando esas creencias limitantes (pensamientos que cuando los piensas no te hacen feliz)
Realmente noto la diferencia, en mi forma de verme a mí misma, en mis emociones, me quiero más, me acepto más, me juzgo menos.
Y todo a fuerza de pura lógica.
Una última reflexión:
¿Has notado como los árboles de frutos los dan en cantidades inmensas?
Si la fuente Divina sabe exactamente la cantidad de personas que recogerán o necesitará de sus frutos:
¿Por qué hay tantos frutos que caen y llenan el alrededor del árbol? ¿Te lo pone difícil el árbol, te hacer pasar pruebas y penurias para disfrutar de los frutos?
Creo que este es un ejemplo de dos cosas:
Hasta pronto.